
"Lo que en términos científicos se conoce como "la paradoja de la información" fue una obsesión personal de Hawking durante más de 40 años", reconoce el profesor de Física Teórica Malcolm Perry, que trabajó codo a codo con él hasta sus últimos días.
El enigma, recuerda Perry, se remonta a la teoría de la relatividad del propio Einstein, que en 1915 hizo sus primeras predicciones sobre cómo los agujeros negros pueden definirse por tres características: su masa, su carga y su rotación.
Hawking añadió una cuarta característica: su temperatura. Y como todos los objetos pierden calor en el espacio, predijo que el destino final de los agujeros negros era "evaporarse" y dejar de existir. El científico británico apuntó sin embargo la posibilidad de que la "información" contenida en los objetos absorbidos por un agujero negro pudiera perdurar de alguna manera.
"La dificultad estriba en que cuando se arroja algo a un agujero negro da la impresión de que desaparece", declara Malcolm Perry a The Guardian. "¿Cómo puede ser recuperada la información sobre ese objeto si el agujero negro desaparece también en última instancia?".
El paper científico de Hawking, en el que también han colaborado los físicos Sasha Haco y Andrew Strominger, de la Universidad de Harvard, concluye que la caída de un objeto en un agujero negro provoca una alteración de la temperatura y que la entropía (una propiedad asociada a la termodinámica) puede ser grabada por los fotones o partículas mínimas de energía luminosa que rodean el propio agujero negro.
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